27.01.2018 – foto de móvil
Un cuaderno recién comprado, un boli celeste que poco me gusta pero no es tiempo de reparos y una espera a las afueras de una tienda. Con una energía desconocida, sin dudar de nada, comienzo a escribir de pie con un frenesí que creía desaparecido y sin dudar de nada dado que aquí todo entra, se abre un portal a mi mundo y, a la vez, un espacio de desahogo.
Hoy... después de tantos años, me asomo a la cornisa, transmutada en la que antaño era testigo pétreo en catedrales góticas. Nostalgia de un tiempo en que la pausa era más importante que los pulgares alzados. Me complace saber que aún quedan rincones habitados en los gélidos mares virtuales. Un placer volver a leerte. Ojalá me animara a volver adonde creaba el tiempo ;).
ResponderEliminarGracias por tu comentario que, imperdonablemente, no leí hata hace unos días. Verte aparecer y firmar como Gárgola es también un motivo de alegría. No sé de qué materail estará confeccionado el tiempo, ojalá fuera de un material más moldeable, menos efervescente y gaseoso. A veces un cierto grado de nostalgia es inevitable. Goathe.
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