En algunas terrazas vaporizan agua para crear un entorno más fresco a sus clientes.
Los mojan con mimo.
Bien lejos queda la imagen con los fríos que están viniendo ahora.
En algunas terrazas vaporizan agua para crear un entorno más fresco a sus clientes.
Los mojan con mimo.
Bien lejos queda la imagen con los fríos que están viniendo ahora.
“¡Acordaos de aquellas cestas de higos secos y frescos; acordaos de los mirtos, del dulce mosto, de las violetas ocultas en las orillas de la fuente y de las aceitunas tan deseadas! Por tan inmensos beneficios adoremos a la Diosa.”
La Paz. Aristófanes.
Se preveía fresca la noche estival. Las cigueñas, que por esas tierras castellanas todavía deben emigrar, buscaban amparo en el cimborrio románico, apurando los rayos del sol en sus partes más elevadas, apurando el verano que ya expira por estas latitudes. Más o menos como nosotros.
No lograba dormir. Abrí la ventana para respirar el delicioso frescor de la lluvia. Allí mismo, pegada a un farol, temblaba la polilla. Esperaba que escampase. Aproveché para tomar la foto. Un par de horas más tarde ya se había marchado.
La imagen tiene poco tamaño pero una resolución grande para apreciar la forma y color del insecto.
Es una foto tomada en plena mañana bajo un sol muy intenso. Únicamente la pasé a blanco y negro con filtro de infrarrojos.
La adelfa (Nerium oleander) es una planta tan tóxica que entre los romanos se decía que por dormitar a su sombra ya morías irremediablemente. Incluso hoy en día hay quien afirma que por oler sus bellas flores ya nada te libra de una jaqueca. Lo cierto, eso lo he comprobado personalmente, es que los animales no suelen acercarse a ella ni menos probarla.
Por ello me llamó tanto la atención encontrar un nido entre hojas de adelfa. Los pollitos ya nacieron pero no quise molestar a la señora pájara.
Bien pensado. ¿No será una excelente estrategia anidar en un lugar donde los depredadores no se acercan?
Tomada hoy en los Jardines de Aranjuez. Nunca vi una abeja tan oscura. Estoy practicando con una nueva cámara.
Cascada de las castañuelas, construida bajo las órdenes de Carlos III, las piedras que la forman se asemejan al instrumento. La leyenda dice que se hizo para aliviar el insomnio de una princesa que necesitaba oír el mar. El sonido que produce, desde luego, lo evoca. Seguro que pudo dormir bien.
Tan bella como tóxica. Una legión romana recibío a su paso por Trebizón, en la actual Turquía, obsequios de miel contaminada por grayatoxinas, procedentes de Rhododendron ponticum. De este modo la población local pudo vencer a varios destacamentos que se encontraban confusos y adormecidos.
Quise dedicarle, en mi bitácora principal La tierra de los árboles, una entrada al Día Mundial del Medio Ambiente que se celebra hoy pero no tuve tiempo. Al menos, coloco este girasol natural - que ha nacido sin intervención humana - como muestra de veneración y respeto por la Madre Tierra. La foto es de ayer.
Acostumbro a pasear en bicicleta con mi esposa Nahuyaca por una tierra manchega, solitaria y tranquila. La riega un minúsculo arroyo de aguas cristalinas y los encinares, abundantes y enormes, encuentran la compañía de cultivos de cebada, trigo o vid.
Se pedalea entre aromas de lavanda, tomillo y jara, casi en silencio, percibiendo poco más que la caricia del viento a los trigales.