10.01.2018
Cuando uno alcanza la taiga o tundra de la Escandinavia salvaje, indefectiblemente, busca renos como el resurgir de una memoria infantil que aguarda regalos y debía sestear oculta bajo el pliegue de facturas que ni aritméticos entienden, como sea, la cuestión es que tuvimos que clavar, cuando menos lo esperábamos, el Nissan alquilado para no zamparnos la parte trasera de un autobús, no emanó la maldición para los ancestros del conductor pues escapó del morro de éste, intactos y brincadores, unos simpáticos animalejos. Nos desviamos para su acoso, somos gente del sur. Estaba petado, cariño, pero iban a su puta bola, no gustaban de posar. La niebla resbalaba de un cielo que fabricaba auroras y la luz buscaba hospicio al oeste y esta fue una de las pocas fotografías salvables.
Excelente reto :)
ResponderEliminarVamos a ver si en breve toma cierta forma más actual, casi de diario, crreo que es la manera de que tome mayor continuidad. Gracias por comentar, amigo.
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