Como un farallón inasible y móvil la niebla y el frío descienden de la montaña para confundirnos. Aguzados perfiles que se recortan en la cercanía e inauguran el tiempo de la resistencia, el mundo larvado.
Arriaje de banderas arbóreas, crujir de hojas, desmenuzamiento, pudrición y provisión de nutrientes.
Y un sol apático y gandul y vapor de agua en las bocas y espadas de hielo para cada amanecer.