Dicen que las casas de los puertos son coloridas para que los marineros que regresan, o los pescadores que faenan a unas millas, distinguiendo sus espacios de descanso y afecto, encuentren la tranquilidad.
Hasta que la distancia hizo a la isla un cuerpo extraño en la calima, pude verlas arracimadas en la colina como abrazándose e imaginé que tal vez hoy en día también puedan llevar un símbolo de reposo y una esperanza de descanso al turista.